Una red de hilos invisibles vienen tejiéndose desde hace de miles de años.
Desde que el ser humano tomó conciencia de su ser y empezó a crear su cultura.
Eran momentos críticos de subsistencia precaria que durante milenios las sociedades tuvieron que emigrar e ir sembrando a su paso por diferentes territorios los conocimientos que se iban alcanzando.
La transmisión oral se transformó como sembradora de conocimiento era un imperativo que no se perdiera el conocimiento, luego llegaron los incipientes adelantos técnicos, la imprenta hasta el día de hoy en el que el mundo globalizado nos hace estar conscientes de que estamos todos en la misma nave espacial, llamada tierra.
Esta obra nos llama a la reflexión, al re descubrimiento de nuestra esencia, a la introspección en momentos en que el mundo tiene su foco en lograr evolucionar tecnológicamente para salir a explorar otros mundos sin haber terminado de conocerse a sí misma.
Estos hilos de esta colección son un símil de los hilos tejidos por la historia de las circunstancias alcanzando la singularidad en territorios y desde aquí haberse perfeccionado y formado parte de lo que se llaman las culturas.
Estos hilos de historias sembradas en estas cuentas de vidrio que representan a esta humanidad, a los que forjaron la herencia, a los que forjaron el conocimiento, a los que forjaron la sabiduría.
Hilos y cuentas. Culturas y personas.
Homenaje a esos seres invisibles, que granito a granito, guiados por las estrellas, otros granitos mágicos que iluminaban la noche fueron capaces de poner las bases de lo qué somos ahora y de lo que tanto nos sentimos orgullosos.
Nuestra diversidad y cultura.
A los nadies, parafraseando a, Eduardo Galeano:
«Esos hijos de nadie, los dueños de nada.
Los ninguneados, corriendo la libre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas son dialectos.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folclore…»
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